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Día de la Pachamama: el ritual que conecta tierra, cuerpo y alma

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El Día de la Pachamama no es solo una celebración tradicional andina: es una experiencia viva, intensa, espiritual.

Cada 1 de agosto, miles de personas se reúnen en diferentes puntos de Sudamérica ,especialmente en Argentina, Bolivia y Perú, para agradecerle a la Madre Tierra todo lo que nos da.

Pero no se trata de una ceremonia fría o formal.

Es un acto profundamente humano, cargado de aromas, sonidos, sabores y emociones.

Como periodista especializado en ocio, he tenido la suerte de cubrir varias celebraciones del Día de la Pachamama, especialmente en comunidades andinas de Argentina y Bolivia.

Cada 1 de agosto, me sumerjo en un ambiente que mezcla espiritualidad, música y conexión con la tierra.

No es una fecha cualquiera: es un momento donde lo invisible cobra fuerza y lo cotidiano se transforma en ritual.

Índice
  1. ¿Qué es la Pachamama y por qué se celebra el 1 de agosto?
  2. El ritual: abrir la tierra para darle de comer
  3. Una celebración comunitaria que trasciende lo turístico
  4. Elementos simbólicos de la ceremonia
  5. ¿Quiénes celebran el Día de la Pachamama?
  6. Turismo consciente y respeto por la tradición
  7. ¿Por qué sigue siendo tan relevante hoy?
  8. Una tradición que se siente en el cuerpo

¿Qué es la Pachamama y por qué se celebra el 1 de agosto?

La Pachamama es la “Madre Tierra” en lengua quechua.

Para los pueblos originarios de los Andes, es mucho más que el suelo que pisamos: es una deidad femenina, dadora de vida, protectora de los ciclos agrícolas y del equilibrio natural.

El 1 de agosto se considera el momento ideal para rendirle homenaje porque, según la cosmovisión andina, es cuando la tierra “tiene hambre y sed” tras haber alimentado al pueblo durante todo el año.

Se le ofrece entonces comida, bebida, hojas de coca, tabaco y otras ofrendas para nutrirla espiritualmente y mantener la armonía.

Recuerdo vividamente estar en Jujuy, donde participé en una ceremonia al amanecer: el aire fresco, el humo del sahumerio y el sonido de los tambores creaban una atmósfera única.

La gente, con tanto respeto, ofrecía comida, chicha y hojas de coca a la Madre Tierra, agradeciéndole y pidiéndole por un buen año.

El ritual: abrir la tierra para darle de comer

La ceremonia de la Pachamama tiene un eje central: la ofrenda a la tierra.

Se cava un pequeño pozo, que representa la “boca” de la Pachamama, y allí se depositan diferentes elementos simbólicos:

  • Comida tradicional (tamales, locro, papas, maíz)
  • Bebidas fermentadas como la chicha o el vino
  • Hojas de coca, esenciales en la cultura andina
  • Cigarrillos o tabaco, que representan el aire
  • Sahumerios y copal, para limpiar energéticamente el ambiente

Lo que más me marcó fue la calidez de las comunidades, invitándome a compartir mate y a unirme a sus danzas, aunque mis pasos no fueran los más coordinados.

El respeto con que se trata a la tierra es conmovedor.

Nadie se burla, nadie se distrae: todos están presentes.

Una celebración comunitaria que trasciende lo turístico

En zonas como Tilcara, Humahuaca, Salta, Cusco o La Paz, el Día de la Pachamama no es un evento para turistas, aunque cada vez más visitantes lo buscan.

Es una vivencia colectiva en la que las comunidades se reúnen no solo para rendir culto, sino también para reencontrarse, para cocinar juntos, para pasar la jornada compartiendo historias y comida.

En otra ocasión, en La Paz, probé una sopa de quinua preparada en una cocina comunitaria, mientras escuchaba historias sobre cómo la Pachamama guía sus vidas.

Estas experiencias me dejaron una sensación de arraigo y gratitud, algo que no se encuentra fácil en la rutina diaria.

Los relatos que surgen en estas ceremonias son mágicos: abuelas que explican por qué se le debe “dar de comer a la tierra”, niños que aprenden a preparar las ofrendas, músicos que improvisan coplas dedicadas a la Madre Tierra.

Elementos simbólicos de la ceremonia

Todo lo que se ofrece tiene un valor simbólico profundo:

  • La coca no solo es una planta sagrada, sino un canal de conexión con el espíritu de la tierra.
  • El maíz representa la fertilidad.
  • La chicha es el líquido de la vida, el alimento espiritual.
  • El fuego limpia y purifica.
  • El sahumerio abre el espacio y ahuyenta las malas energías.

Es una ceremonia de retribución.

No se le pide a la tierra sin antes agradecer.

Y esto, aunque suene simple, es uno de los valores más potentes de esta tradición: el agradecimiento como forma de vivir.

¿Quiénes celebran el Día de la Pachamama?

Aunque el origen está en los pueblos originarios quechuas y aymaras, hoy la celebración se ha expandido a distintas regiones y culturas.

En el norte argentino, cada vez más familias, escuelas y grupos de jóvenes participan del ritual.

Incluso en grandes ciudades como Buenos Aires, se organizan ceremonias públicas en plazas o centros culturales.

En los últimos años, el Día de la Pachamama también ha sido adoptado por colectivos ecologistas, espiritualistas y movimientos alternativos que buscan una conexión más consciente con la naturaleza

La Pachamama no entiende de fronteras, sino de intenciones.

Turismo consciente y respeto por la tradición

Es cierto que hay una creciente atracción turística hacia esta festividad.

Y aunque eso tiene un lado positivo ,difusión cultural, apoyo económico a las comunidades, también requiere responsabilidad. No se trata de sacarse una selfie con la ofrenda, sino de participar con respeto.

Mi consejo, si vas a vivir el Día de la Pachamama por primera vez, es escuchar más que hablar, respetar los tiemposdel ritual y dejarte llevar.

Cada comunidad tiene su forma de hacer las cosas, y eso también es parte de la riqueza del encuentro.

¿Por qué sigue siendo tan relevante hoy?

En un mundo donde la desconexión con la naturaleza es cada vez más marcada, el Día de la Pachamama nos recuerda algo esencial: dependemos de la Tierra para vivir.

Y más allá del simbolismo, esta festividad propone una manera distinta de relacionarnos con el entorno: no como dueños, sino como parte.

Es un día que, para mí, no solo celebra la naturaleza, sino la humanidad en su forma más pura.

En tiempos donde todo es rápido, digital y desechable, la Pachamama nos exige pausa, presencia y agradecimiento. Y eso, más que un ritual, es una lección de vida.

Una tradición que se siente en el cuerpo

El Día de la Pachamama no se explica solo con palabras.

Se huele, se toca, se canta, se baila.

Cada elemento, desde el sahumerio hasta la comida compartida, tiene un propósito emocional y espiritual.

Es una experiencia que deja huella.

Y aunque mi rol como periodista me lleva a observar, anotar y contar, hay momentos en los que me dejo llevar por la emoción del ritual, por el fuego que crepita, por el sonido de los tambores, por la voz quebrada de quien agradece entre lágrimas.

Porque ahí, en ese instante, entiendo que la Pachamama no solo recibe: también devuelve.

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