
Practicar yoga fue una de esas decisiones que tomé más por intuición que por conocimiento.
No buscaba cambiar mi cuerpo, sino simplemente moverlo de una forma más consciente que con las típicas rutinas de gimnasio.
Lo que no sabía entonces es que el yoga no solo transformaría mi cuerpo, sino también la manera en que me relaciono con él.
Hoy, como profesor, veo cómo estos mismos efectos se repiten en quienes me acompañan en la esterilla cada semana.
Aquí te comparto, desde la experiencia, los beneficios físicos del yoga que realmente se sienten en el cuerpo.
- Más flexibilidad de la que creías posible
- Fuerza real, desde adentro
- Una postura que se sostiene sola
- Alivio físico real del dolor
- Equilibrio que va más allá del cuerpo
- Respirar mejor, vivir mejor
- Tu digestión también se beneficia
- Conciencia corporal y prevención de lesiones
- El yoga cambia tu cuerpo, pero también tu forma de habitarlo
- El yoga es más físico de lo que crees
Más flexibilidad de la que creías posible
Uno de los cambios más notorios que vi en mí y en mis estudiantes fue la mejora de la flexibilidad.
Cuando empecé, mis isquiotibiales estaban tan tensos que apenas podía tocar las rodillas en una flexión hacia adelante.
Era frustrante.
Pero con la práctica constante, posturas como Paschimottanasana o Adho Mukha Svanasana comenzaron a abrir espacios en mi cuerpo que nunca había sentido.
El yoga trabaja músculos profundos, tendones y fascias, alargando lentamente tejidos que raramente usamos.
La mejora del rango de movimiento articular no solo da sensación de libertad, también previene lesiones, rigidez y dolores provocados por el sedentarismo.
Muchos de mis alumnos llegan sin tocarse los tobillos, y en semanas ya rozan el suelo, lo que además fortalece su autoestima corporal.
Fuerza real, desde adentro
Muchos creen que el yoga es suave, pero es una práctica muy exigente a nivel muscular.
No estamos hablando de volumen, sino de fuerza funcional.
Las posturas isométricas como Chaturanga Dandasana o Virabhadrasana II obligan a mantener la tensión durante varias respiraciones, lo cual activa el core, los glúteos, las piernas y la espalda.
Personalmente, noté que cargar peso, caminar largas distancias o incluso estar mucho tiempo de pie, se volvió más fácil.
La resistencia que gané con la práctica de Vinyasa Yoga no vino de correr, sino de sostener mi propio peso con consciencia.
Como profesor, enseño a activar músculos estabilizadores, lo que mejora la fuerza global y además protege las articulaciones.
Una postura que se sostiene sola
Antes del yoga, pasaba horas encorvado en la silla sin notarlo.
El yoga me enseñó alineación corporal consciente, no solo en la esterilla, sino en la vida cotidiana.
La simple postura de Tadasana me mostró cómo se alinea una columna de verdad, desde los pies hasta la cabeza.
Esta mejora postural alivia la tensión en cuello, hombros y espalda baja. He trabajado con muchos alumnos con dolor lumbar crónico por malas posturas.
Posturas como Bhujangasana (cobra) o Setu Bandhasana (puente) los han ayudado a recuperar el control sobre su columna.
Y lo mejor: cuando el cuerpo se alinea, la energía fluye mejor, la respiración mejora y el cansancio disminuye.
Alivio físico real del dolor
Yo solía tener molestias constantes en la espalda baja, producto de muchas horas sentado.
Fue a través de posturas como Balasana o Supta Matsyendrasana que encontré alivio real.
Y no fue magia: el yoga libera tensiones musculares, estira con suavidad y mejora la circulación, lo que acelera la recuperación.
También lo veo con mis alumnos: desde personas con ciática hasta quienes sufren tensión en hombros o cuello.
Las secuencias suaves y restaurativas tienen un efecto terapéutico, y es sorprendente ver cómo, sin medicamentos ni terapias agresivas, muchas dolencias comienzan a disminuir.
Equilibrio que va más allá del cuerpo
El equilibrio físico fue uno de los desafíos más grandes para mí. Me tambaleaba en posturas como Vrksasana o Garudasana.
Pero poco a poco, con la respiración y el enfoque adecuados, desarrollé propriocepción, es decir, la capacidad de sentir dónde está mi cuerpo en el espacio.
Esto se traduce a la vida real: caminar por la calle, evitar tropezones, subir escaleras con seguridad.
En mis clases, esto es clave sobre todo en personas mayores, que muchas veces me cuentan cómo recuperan la confianza en sus movimientosgracias al yoga.
Respirar mejor, vivir mejor
Aunque el yoga no es un cardio intenso como correr, ciertos estilos como Vinyasa o Ashtanga elevan el ritmo cardíaco moderadamente.
Pero donde realmente noté una diferencia fue en la respiración consciente.
Técnicas como Ujjayi o Kapalabhati no solo aumentaron mi capacidad pulmonar, también calmaron mi sistema nervioso.
Muchos alumnos me dicen que ahora pueden respirar más profundo, lo cual tiene efectos positivos en el corazón, el sistema nervioso y el sueño.
Y esto, aunque no lo parezca, también es un beneficio físico.
El cuerpo responde al oxígeno, y cuando respiras mejor, te mueves mejor.
Tu digestión también se beneficia
Antes del yoga, tenía digestiones lentas y algo irregulares.
Al introducir posturas como Apanasana o torsiones suaves como Ardha Matsyendrasana, noté un cambio claro.
Estas posturas masajean los órganos internos, estimulan el sistema linfático y ayudan a que el cuerpo elimine toxinas.
Como profesor, suelo incluir secuencias digestivas en mis clases, y el feedback siempre es positivo: menos hinchazón, más ligereza y una sensación general de fluidez interna.
Algo tan simple como una postura de rodillas al pecho puede hacer una diferencia real.
Conciencia corporal y prevención de lesiones
El yoga me enseñó a escuchar mi cuerpo, a detectar señales de fatiga, tensión o incomodidad.
Antes, forzaba el cuerpo sin pensar.
Ahora, ajusto, respiro, retrocedo si hace falta.
Esta conciencia me ha evitado muchas molestias y lesiones.
En clase, insisto en que cada postura debe hacerse con intención.
Nada de copiar al de al lado.
El yoga fortalece músculos estabilizadores, mejora la movilidad articular y eso disminuye lesiones por sobreuso, algo muy común en deportistas.
Muchos alumnos que hacen running, crossfit o pesas me dicen que desde que hacen yoga, se lesionan mucho menos.
El yoga cambia tu cuerpo, pero también tu forma de habitarlo
Como profesor de yoga, lo más gratificante es ver cómo cada persona descubre en su cuerpo algo que creía perdido: fuerza, flexibilidad, alivio, equilibrio o simplemente paz.
Y no importa la edad o la experiencia, el yoga se adapta a ti, no al revés.
A mí me dio un cuerpo más fuerte, flexible y equilibrado.
Pero más allá de eso, me enseñó a habitarme con respeto y presencia. No se trata de hacer posturas perfectas, sino de conectar con uno mismo a través del movimiento consciente.
Esa es la verdadera transformación física que ofrece el yoga: una relación sana, amorosa y honesta con tu cuerpo.
El yoga es más físico de lo que crees
Si creías que el yoga era solo estiramiento o relajación, ahora sabes que va mucho más allá.
Desde mi experiencia y la de mis estudiantes, los beneficios físicos del yoga son reales, visibles y sostenibles.
Mejora todo: fuerza, movilidad, postura, respiración, digestión, equilibrio… y lo hace sin agresión, sin forzar.
Tu cuerpo no necesita ser flexible para hacer yoga, pero hacer yoga lo hará más flexible, fuerte y saludable.
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