
La Secta de los Narcosatánicos de Matamoros: Un Oscuro Capítulo en la Historia de México

A finales de la década de 1980, México fue sacudido por una serie de eventos macabros que revelaron la existencia de una secta que combinaba prácticas satánicas con el narcotráfico.
Conocidos como los "Narcosatánicos de Matamoros", este grupo cometió actos atroces que dejaron una marca indeleble en la memoria colectiva del país.
Origen y Formación de la Secta
La secta fue liderada por Adolfo de Jesús Constanzo, un hombre nacido en Miami en 1962, hijo de una inmigrante cubana practicante de vudú y del culto africano Palo Mayombe.
Desde joven, Constanzo estuvo inmerso en prácticas esotéricas y desarrolló habilidades en la santería y el Palo Mayombe.
A los 20 años, se trasladó a México, donde estableció contactos en el mundo del narcotráfico y comenzó a ofrecer sus servicios como santero, ganando influencia y seguidores.
Entre sus seguidores más destacados se encontraba Sara María Aldrete Villarreal, una estudiante universitaria de Matamoros que se convirtió en su mano derecha y fue apodada "La Madrina" o "La Narcosatánica".
Aldrete, nacida en 1964, fue acusada de participar activamente en los rituales y asesinatos cometidos por la secta.
Creencias y Prácticas Ritualísticas
La secta combinaba elementos del Palo Mayombe con prácticas satánicas y creencias propias.
Constanzo convenció a sus seguidores de que los sacrificios humanos les otorgarían protección sobrenatural y éxito en sus actividades delictivas, especialmente en el tráfico de drogas.
Los rituales incluían torturas, mutilaciones y asesinatos, con la creencia de que el dolor y el sufrimiento de las víctimas aumentaban el poder de los rituales.
El grupo operaba principalmente en el rancho Santa Elena, ubicado en las afueras de Matamoros, donde realizaban sus rituales y enterraban los cuerpos de sus víctimas.
El Caso de Mark Kilroy y la Caída de la Secta
El principio del fin para los Narcosatánicos llegó con la desaparición de Mark Kilroy, un estudiante estadounidense que visitaba Matamoros durante las vacaciones de primavera en marzo de 1989.
Su desaparición atrajo la atención internacional y llevó a una intensa investigación por parte de las autoridades mexicanas y estadounidenses.
La investigación condujo al rancho Santa Elena, donde las autoridades descubrieron restos humanos, altares rituales y evidencia de prácticas macabras.
Se encontraron decenas de cadáveres mutilados, y se reveló que la secta había estado involucrada en múltiples asesinatos rituales.
Constanzo y varios de sus seguidores fueron arrestados, pero él logró evadir la captura inicial.
Finalmente, en mayo de 1989, acorralado por la policía en la Ciudad de México, Constanzo ordenó a uno de sus seguidores que le disparara, poniendo fin a su vida.
Sara Aldrete y otros miembros de la secta fueron detenidos y posteriormente condenados por sus crímenes.
Impacto y Legado
El caso de los Narcosatánicos de Matamoros conmocionó a México y al mundo, revelando una oscura intersección entre el narcotráfico y prácticas rituales extremas.
El caso ha sido objeto de libros, documentales y análisis que buscan entender cómo una combinación de creencias esotéricas y ambición criminal llevó a la formación de una de las sectas más infames de la historia reciente.
En 2023, se estrenó la miniserie documental "La Narcosatánica", dirigida por Pat Martínez, que saca a la luz detalles y testimonios inéditos sobre este caso, incluyendo entrevistas con Sara Aldrete desde prisión.
Este oscuro capítulo sirve como recordatorio de los extremos a los que pueden llegar las creencias distorsionadas y la ambición desmedida, y destaca la importancia de la vigilancia y la justicia para prevenir que atrocidades similares ocurran en el futuro.
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