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ENARSA

ENARSA: qué es, cómo funciona y por qué todos están hablando de ella

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Hablar de ENARSA hoy es meterse de lleno en uno de los debates más intensos de la política y la economía argentina: el rol del Estado en el sector energético.

¿Empresa estratégica o máquina de subsidios? ¿Instrumento de desarrollo o caja política?

Como periodista que lleva años siguiendo este tema de cerca, me ha tocado cubrir cada uno de los giros que esta empresa estatal ha atravesado desde su creación en 2004 hasta la actualidad.

Índice
  1. ¿Qué es ENARSA y por qué importa?
  2. ¿Qué hizo ENARSA a lo largo de los años?
  3. ENARSA bajo diferentes gobiernos: entre expansión y repliegue
  4. ¿Qué significa la privatización de ENARSA?
  5. ENARSA hoy: ¿aliado del desarrollo o carga fiscal?
  6. Lo que aprendí cubriendo a ENARSA
  7. ¿Qué viene ahora?

¿Qué es ENARSA y por qué importa?

ENARSA, o Energía Argentina S.A., es una empresa estatal fundada en 2004 durante el gobierno de Néstor Kirchner.

Su objetivo original fue recuperar la presencia del Estado en el sector energético, en un contexto en el que las privatizaciones de los años 90 habían dejado en manos privadas buena parte del negocio del gas y la electricidad.

Recuerdo haber cubierto la crisis energética de 2004 en Argentina, cuando la falta de inversión en infraestructura por parte de empresas privadas llevó a una escasez de gas que golpeó a la industria y los hogares.

ENARSA nació en ese contexto, con la misión de reinsertar al Estado en la exploración, producción y distribución de hidrocarburos y electricidad.

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Hoy, ENARSA es dueña o accionista en activos clave como:

  • Las represas hidroeléctricas del Comahue (que abarcan parte de Neuquén y Río Negro).
  • Infraestructura de transporte y distribución eléctrica (como su participación en Transener).
  • Gasoductos y plantas de importación de GNL (gas natural licuado).
  • Participación en proyectos de exploración offshore, incluyendo asociaciones con empresas como PDVSA y Petrobras.

¿Qué hizo ENARSA a lo largo de los años?

En sus primeras etapas, ENARSA fue vista como una herramienta para equilibrar el dominio de gigantes como Repsol-YPF.

En ese momento, entrevisté a funcionarios que veían a ENARSA como una herramienta para contrarrestar el dominio de los grandes jugadores. Incluso se intentó una política energética regional, tejiendo alianzas con Venezuela y Brasil.

El famoso proyecto "Casa Rosada" de exploración en el Mar Argentino es un ejemplo de esos intentos.

Pero con el tiempo, se empezaron a acumular problemas.

Uno de los temas más delicados es que ENARSA ha dependido históricamente de enormes subsidios estatales.

En 2023, por ejemplo, necesitó aportes del Tesoro por 1,23 billones de pesos para cubrir pérdidas, según datos que analicé de sus informes.

Eso la convirtió en un blanco habitual de críticas desde sectores que reclaman una mayor eficiencia del gasto público.

También cubrí la controversia sobre sus contratos, como los de importación de GNL, que a veces estuvieron bajo escrutinio por presuntas irregularidades, algo que me comentó un exfuncionario del Ministerio de Energía en una charla off-the-record.

ENARSA bajo diferentes gobiernos: entre expansión y repliegue

Con el gobierno de Mauricio Macri, la empresa no fue privatizada, pero sí se intentó ordenar sus cuentas y hacerla más transparente.

De hecho, noté un giro hacia la transparencia, con ENARSA publicando más datos sobre sus operaciones de GNL, lo cual fue bien recibido por algunos actores del sector privado.

Pero la gran sacudida llegó en 2025, cuando el gobierno de Javier Milei anunció su intención de privatizar ENARSA como parte de su plan de achique del Estado y reducción del déficit fiscal.

Según información publicada en medios como A24 y Cadena 26, la empresa forma parte de un paquete más amplio que incluye a Aerolíneas Argentinas, Yacimientos Carboníferos Río Turbio, y otras.

La venta de su participación en Transener, por ejemplo, me pareció un movimiento lógico para un gobierno que busca reducir el déficit fiscal, pero también me dejó preguntándome cómo afectará esto al control estatal sobre activos energéticos clave, como las hidroeléctricas del Comahue.

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¿Qué significa la privatización de ENARSA?

Para entender la magnitud del tema, hay que tener en cuenta que ENARSA no solo gestiona represas o importa GNL: también es el brazo operativo del Estado para intervenir en el mercado energético cuando las reglas del juego no alcanzan.

Al venderla o desmantelarla, el gobierno renuncia a esa herramienta.

Pero claro, hay un argumento fuerte del otro lado: mantener a flote a ENARSA implica gastar recursos que podrían ir a educación, salud u otras prioridades.

Es una tensión legítima y compleja.

Mi percepción de ENARSA es la de una empresa con un propósito estratégico claro, pero atrapada en una red de ineficiencias, dependencia de subsidios y cambios políticos.

Cubrirla me ha mostrado lo complejo que es balancear los intereses estatales con la necesidad de competitividad en un sector tan dinámico como el energético.

ENARSA hoy: ¿aliado del desarrollo o carga fiscal?

Hay dos narrativas que chocan:

  • La visión estratégica, que ve a ENARSA como garante de soberanía energética. Bajo esta lógica, venderla es como vender las llaves de tu casa a un desconocido. Tiene sentido si uno piensa en las represas del Comahue, los gasoductos y las instalaciones de importación de gas: activos que difícilmente serían reemplazables por el sector privado a corto plazo.
  • La visión fiscalista, que considera a ENARSA una empresa deficitaria que perpetúa un gasto ineficiente. Desde esta óptica, privatizar es sinónimo de alivio para las cuentas públicas. Es el argumento que predomina hoy en Casa Rosada.

En los medios y en los pasillos del Congreso, se habla de “reformular la estructura del sector energético”.

Pero la experiencia muestra que los problemas no se resuelven solamente cambiando de dueño.

Hace falta planificación, regulación eficaz y, sobre todo, visión de largo plazo.

Lo que aprendí cubriendo a ENARSA

Pocas empresas me han hecho revisar tantas veces balances, llamar a fuentes en el Ministerio de Energía o debatir con colegas sobre eficiencia y soberanía.

Como periodista especializado en el sector de negocios, mi experiencia personal con ENARSA se basa en años de cubrir el sector energético en América Latina, donde esta empresa estatal argentina ha sido un actor clave, pero también controversial.

Mis impresiones están moldeadas por entrevistas, análisis de informes financieros y observaciones de su impacto en el mercado energético.

Y si algo aprendí, es que ENARSA no es simplemente una empresa más del Estado: es un reflejo de cómo la Argentina se relaciona con sus recursos naturales, su política energética y su propio futuro económico.

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¿Qué viene ahora?

Nadie sabe con certeza.

Si se concreta la venta de activos como Transener o la cesión del control de represas a privados, podemos estar ante un cambio estructural en cómo se organiza el sistema energético argentino.

Lo que sí sabemos es que ENARSA ha sido, es y seguirá siendo una pieza central en el rompecabezas energético del país.

Y su historia, plagada de ambiciones, errores y decisiones políticas, refleja la eterna búsqueda argentina por conjugar eficiencia con soberanía.

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Felipe Antonio Cruz

Con mi experiencia en negocios, escribo sobre emprendimiento y tendencias de mercado.

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